MUJER ¿QUIÉN ERES?
-¿Papá?- Me levanto el bajo del pijama- ¿Qué te parecen estos pelos? ¿Anti-femenino?-<<“¿Anti-mujer? ¿Lo cree de verdad? Lo va a decir...” Pienso>>.
-Hombre, pues no me parece muy bien, ¿no? Eso no está nada bonito. Tendrás que quitarte esos pelos. Eso queda muy feo...¡Cómo vas a ir así por ahí..!-.
Aquí empiezo:
-¿Eso? ¿Sí?- Digo calmando el tono de voz que se me presenta decidido y con esa rabia…- ¡Pues no! No me parece bien lo que dices, fruto de la podredumbre de esta sociedad, de todas las sociedades-.
Y entonces continúo mi camino, sin atender a las palabras que están saliendo por aquella mente que dejé atrás en el primer ápice de respuesta, más allá del lenguaje y tras percibir en lenguaje no verbal, cara de asco y repulsión, la de un padre mismo, ofreciéndole tal rechazo a una hija por no depilar sus piernas.
Aquí comenzamos, Mujer:
Mujer, ¿Quién eres?
Mujer no es tener que quitarse los pelos de las piernas, las axilas, el pubis, el bigote, las cejas. No es tener que… ¡tantas cosas! para agradar a egos putrefactos (personas cuyas mentes han dominado sus corazones. Cuyos prejuicios, pensamientos, han devorado su empatía), masculinos y femeninos, que en algún momento decidieron que “la mujer”, “la “mujer atractiva”, “la verdadera mujer” debía lucir así. En pos de nuestra Naturaleza, ¿nos damos cuenta? Mañana dirán que no nos hacen falta los párpados para ser guapas, y comenzaremos a sacarnos los ojos. “Belleza” lo llamarán después.
Belleza muerta diré entonces.
Mujer no significa sexualidad. Ser mujer no es ser un recipiente, un florero. No es tener descendencia para que la especie superviva (sobrevivir no, porque ya lo hicimos hace mucho tiempo…). No somos un vertedero de espermatozoides que fecunden óvulos. No es avergonzarse de nuestro sexo. No es sumirse en el ritual arcaico en el que el hombre satisface y ahoga su energía sexual en detrimento de nuestro ser y conocimiento.
Mujer es ser, sentirse, bella con todo cuanto forma parte de ti: pelos, arrugas, costillas, carne, huesos, meniscos, caderas...
Es aceptar la responsabilidad que conlleva nuestra sexualidad. No como fruto prohibido que roza el pecado, sino como bendición y gracia que nos podría acercar al estado más puro de deidad.
Ser mujer es ser. Ser un ser. Un ser que el lenguaje a denominado mujer para diferenciarlo de la palabra opuesta (no contraria) hombre. Y sin conocer la etimología de las palabras que usamos a diario, como mujer, ¿Quién eres TÚ?.
Mujer, ¿Quiénes somos?
Mujer, no somos esclavas por nacimiento. No estamos marcadas con un yugo para toda la vida. ¡Quítatelo! ¡No es tuyo!.
¡Y tenemos derecho a decir NO!
¡NO!
Gritémoslo bien alto para que no nos sigan utilizando, maltratando, hundiendo, usando, machacando...matando.
Nacemos libres, como cada ser que nace en esta Tierra, humano y no humano. (Repito: ¡Cómo cada ser que nace y muere en esta Tierra, y más allá de ella). Y debemos comenzar a reclamar esa libertad, ese respeto que nos otorgue igualdad, equidad en la convivencia.
Somos parte de un equilibro que nos precede y nos lleva ventaja. Un equilibro que en algún momento se quebró por completo y el cual volverá a su estado en el momento en el que el centro de tu ser seas tú misma.
La palabra “mujer” procede del latín, mollior, comparativo de mollis ("suave").
No somos frágiles. No nos tienen que amparar. No nos tienen que rescatar del castillo prometiéndonos amor de fantasías.
“Busquemos esa libertad más allá de todas las fantasías y sueños, allí donde al despertar nos sintamos bien con nosotras mismas”.
¡Fémina, despierta! Has nacido en un cuerpo y una esencia que llevan un largo pasado de despojos y fechorías. Y lo recuerdas, aunque no lo tengas ahora en la memoria, porque lo vives, lo vivimos cada día. Es un estigma que ya hemos llevado demasiado puesto como abrigo.
¡Despierta! ¡Quitémonoslo! Han sido años, siglos y siglos de arrodillarse para complacer a unos cuantas mentes y almas enfermas.
Ser mujer no es más que ser tú misma y reclamar tus derechos, cumplir con las responsabilidades de ser tu propio ser. Y debería dar igual qué genital tenemos entre las piernas, no es relevante para vivir y crecer en este sitio, en este momento. Al menos no debería ser relevante...
¡Si te apetece quitarte los pelos de tu cuerpo, que sea porque signifique algo para ti, no para el resto! Y esto vale para todo en tu vida.
Mujer, chica, niña: somos. ¡No lo olvidemos!
Ámate.
Ámame.
Tenemos que enraizar bien profundo el valor suficiente, ese valor que tantas mujeres han tenido, y tienen, y por las que, y gracias a ellas, estamos hoy aquí. El valor de SER.
¡Amémonos! Como árbol, fruto, savia que llevamos dentro. Flores en nuestros ojos que dan impulso.
¡Respira! Respira hasta tomar el aliento suficiente que te permita alcanzar tu libertad de ser.
¡Seamos libres! Libres para amar, para vestir, para experimentar nuestra sexualidad (¡Sí! esa que ha sido reprimida y condenada!) y seamoslo de la manera en que queramos. De una forma sana. Libres para decidir por nosotras mismas, sin ese “pobrecita la mujer que no se vale por sí misma, necesita un hombre, un marido que la cuide...”.
Dejemos, despojémonos, desapeguémonos del MACHISMO: el registro, el dominio del hombre (macho-machismo).
El hombre domina porque se cree con poder para hacerlo. Lo ha creido todo este tiempo. Y lo hemos permitido así.
¡No les demos más poder!
Sí, hace falta luchar: luchar contra el lenguaje, esas imágenes, esas formas, donde imperia el reino de los hombres. Luchar contra la maldad, la fealdad, la oscuridad, todo cuanto ello ha ocasionado. Luchar por cambiarlo y darle color, darle sentido a nuestra existencia.
Luchar contra esos actos y palabras que atentan contra nuestra integridad y nos hace pedazos, por dentro y por fuera.
Pero no luchemos con el mismo ego. No se trata de coger la batuta del poder y doblegar a los hombres como venganza. ¡No se trata de eso! sino de, con total y absoluta Inteligencia y Sensatez, reclamar lo que es innato de nuestra esencia: la vida.
Luchemos para volver al equilibro que nos pertenece y merecemos.
Mujer que llevas velo, mujer a la que amputan los genitales para no sentir placer, mujer que ves como todo esto ocurre, ¿Qué haremos? ¿Por dónde empezar? Quizás por darnos cuenta de lo que somos, cada una de nosotras, almas de este momento y darnos la mano.
Aquí estamos.
Y lo diré: deben estar locos/as los de “ahí arriba” (dios/a, dioses/a que pudieran existir…) dejando que nuestra fragancia pura se marchite de estas maneras. Pero, no nos engañemos, lejos de una remota posibilidad, la realidad es que los verdaderamente majaras estamos aquí abajo, permitiendo que esto siga ocurriendo.
¡Corta ya!
¡Cortemos los hilos que ensombrecen nuestros corazones! No somos de nadie más que de nosotras mismas.
Seamos VIDA. ¡Seamos libres!
¡ERES LIBRES!
Elije.
Elije quién ser, cómo ser. Elígelo tú.
Es muy difícil aceptarse y amarse cuando todo alrededor es un rechazo y constantemente te andan diciendo absurdeces como quien cuenta taras en un jersey.
Con TODO ello… continúa. ¡Por favor! Continúa queriéndote aceptar y amarte. Continúa andando. Continúa creando cosas buenas, bellas, desde el interior.
Continúa queriendo ser la mujer, la chica, la niña, la persona que eres. Y, si aún no lo sabes, mira dentro de ti, fuera, mira a los ojos de las mujeres que tienes alrededor, mira dentro de sus ojos, de mis ojos, de tus ojos...y abre el corazón.
Eres quien decidas ser.
Recordémoslo.
¡Comencemos!
MUJERES DEL MUNDO: ¿QUIÉNES VAMOS A SER?