"...y cogió una flor y se la puso en el pelo.
Ni siquiera me atreví a pensar que ya había pasado la primavera, ni siquiera con ese tono irónico que a veces utilizaba cuando veía algo inusual.
El hielo pronto comenzaría a derretirse y se desplazaría camino de su cuello.
La miré un instante, y luego le di orden a mi cerebro para que continuara caminando, como si no hubiera visto la cosa más bella...
No pude dejar en vano aquella sonrisa extraña que tenía dibujada en la comisura de sus labios, casi morados por el frío, agrietados por el aire seco que azuzaba entre los árboles.
Hice una instantánea en mi retina a modo de recuerdo duradero.
Aquella flor, puesta en su pelo; aquel día de invierno tan fresco...
Quien iba a imaginar que más tarde volvería a verla, esfumada felicidad ahora en lágrima seca convertida, en la penumbra de un árbol solitario y espantoso. Teñido cuadro de gris ajeno.
Casi inconsciente de mi, me alejé de aquella soledad, para sentarme junto a ella al otro lado, en mi propia penumbra.
Cigarrillo en mano, saqué lo único que había traido conmigo: un trozo de papel y un bolígrafo.
-Es curioso como se encuentra belleza en las cosas más tristes...-
No escribí nada más.
La miré una vez y no me atreví a mirarla de nuevo, compartida aquella mirada me dejó sin respiración, y el humo, único sustento para mis pulmones en aquel momento, se unió al vaho de la noche casi caida entre nosotras.
Curiosa estampa casi navideña.
Hubiese estado bien acercarme en aquel momento.
Pero dejé que la soledad hiciera el resto mientras la tenía ahí cerca...
Y aquel arbusto, sin su flor más pequeña, quedó prendado del aroma que desprendía vida desde sus besos..."
Ni siquiera me atreví a pensar que ya había pasado la primavera, ni siquiera con ese tono irónico que a veces utilizaba cuando veía algo inusual.
El hielo pronto comenzaría a derretirse y se desplazaría camino de su cuello.
La miré un instante, y luego le di orden a mi cerebro para que continuara caminando, como si no hubiera visto la cosa más bella...
No pude dejar en vano aquella sonrisa extraña que tenía dibujada en la comisura de sus labios, casi morados por el frío, agrietados por el aire seco que azuzaba entre los árboles.
Hice una instantánea en mi retina a modo de recuerdo duradero.
Aquella flor, puesta en su pelo; aquel día de invierno tan fresco...
Quien iba a imaginar que más tarde volvería a verla, esfumada felicidad ahora en lágrima seca convertida, en la penumbra de un árbol solitario y espantoso. Teñido cuadro de gris ajeno.
Casi inconsciente de mi, me alejé de aquella soledad, para sentarme junto a ella al otro lado, en mi propia penumbra.
Cigarrillo en mano, saqué lo único que había traido conmigo: un trozo de papel y un bolígrafo.
-Es curioso como se encuentra belleza en las cosas más tristes...-
No escribí nada más.
La miré una vez y no me atreví a mirarla de nuevo, compartida aquella mirada me dejó sin respiración, y el humo, único sustento para mis pulmones en aquel momento, se unió al vaho de la noche casi caida entre nosotras.
Curiosa estampa casi navideña.
Hubiese estado bien acercarme en aquel momento.
Pero dejé que la soledad hiciera el resto mientras la tenía ahí cerca...
Y aquel arbusto, sin su flor más pequeña, quedó prendado del aroma que desprendía vida desde sus besos..."
-Un sueño-