Querida mente...
¡Siénteme!
Siéntate a sentirme.
Con serenidad.
Sin tardar demasiado.
Pues no acumulo demasiada paciencia en mis venas.
Siéntate a pensar conmigo.
Calcula
la raíz cúbica del tiempo que tardaría alguien en conocerme. Y divídelo
entre la resta media del tiempo que una persona puede
ofrecer.
Luego súmale unas cuantas frases gramaticales sobre la complejidad de mis heridas, tejidos que intento coser mientras camino.
Y prepara una solución ácida, o amarga o dulce, o picante, que contenga la fórmula para el abrazo que más anhelo dar y recibir.
Ve anotando los resultados, querida mente, porque la historia se complica.
Traduce a un idioma más simple esos sueños que veo. Y dibújalos con garabatos para explicárselos a nadie.
Eleva a la séptima potencia el pronombre posesivo que va después del mío, y conjuga algún verso con su matriz para borrarlo.
Conoce esa raíz cuadrada de Pi que pertenece a su pronombre personal.
Orgánicos o inorgánicos, los enlaces se pueden romper. Aprende a hacer jabón.
Los lisosomas a veces parecen más interesantes que algunas personas. Recuerda eso.
Y si la entropía se mantiene, entonces habremos entendido mínimamente algo.
Distingue los sonidos que viajan por la luz, y mira al sol de vez en cuando para ver quizás en esa ceguera.
No despilfarres por escribir cosas sin sentido.
Y viaja a través de átomos invisibles que no pueden hacerse más pequeños. La energía se transforma, nunca más lo dudes.
Y entonces, busca ese número solitario que sólo es divisible por si mismo y por uno, para compartirnos...
Y
cuando lo encuentres, agita bien fuerte este tubo de ensayo en el que
va el alma, y viértelo con cuidado, no todo el mundo puede soportar tan
profundo..."
🌱🌸
"Y ahora...como otras muchas veces...:
Mi mente pone pruebas a
modo de barreras, disfrazada de apatía, cuando sabe que estoy sintiendo
de más. Una frontera de autoprotección, aunque me pierda tras ella.
Siempre
lo ha hecho. Al principio no sabía por qué, ni cómo, ni cuando
sucedería. Ahora ya... dejo que lo haga, de forma autómata, bajo mi
conocimiento, aunque fuera de mi control.
Creo que así me he dado
cuenta muchas veces de que había motivos que no merecían ninguno de mis
sentimientos...O puede que estas pruebas en forma de barreras fueran la
causa y causante de no querer regalar sentimientos...
Y experimentar, comprobar si realmente merecen la pena las cosas por las que ilusionarse.
El
primer paso, ahora creo, es comprobar las respuestas....tan sencillo
como por ejemplo sería responder a un mensaje que llevó consigo algo de
sentimiento. O quizás saber cuando no hablo como yo misma; cuando saber
cómo responderme con algo de empatía y afecto...
Y ya a priori..una ardua tarea.
Puede
que lo segundo, (quizás lo que me llene o me vacie de osadía...) sea
pretender, fingir, jugar con lo contrario de lo que realmente quiero,
como por ejemplo, decir que no (cuando es que sí). Algo útil para saber
la resistencia que tiene una persona ante algo tan complejo como yo,
ante la dualidad de mi pensamiento, ante ese miedo en que a veces oculto
mis ilusiones.
O como por ejemplo, pedir sin pedir, mostrar una
"necesidad" sin mostrarla. Pedir una ayuda sin quererla. Crear una duda
para suscitar dudas y ver como se resuelven...
Es aquí cuando el
cansancio aflora. Cuando siempre lo ha hecho. Cuando he hecho que las
personas huyeran, espantadas ante tanto pensamiento, ante tanta
contradicción.
No hay lógica en la contradicción más que sí y que no, todo a la vez.
Y es aquí, entonces, cuando veía marchar, sin comprender, tantas ilusiones fallidas.
Por
aquellos entonces aún no había hecho tal profunda introspección en mi
mente para saber, exactamente, los pasos que sigue para querer sentir y
ser conocida.
Al fin y al cabo, ahora puedo llamarlo prueba, quizás
ensayo, o tanteo, o estudio, o desmostración, o señal, o indicio, o
razón, o intento...
Medir la capacidad y la paciencia ante las
dudas que, intencionadamente y sabiendo, suscito en mi misma para
proyectarlas y suscitarlas en los demás, y simplemente, ver como
reaccionan...observar las palabras, y saber si serían merecedoras de mis
lágrimas...
Interesarme por saber como se muestra alguien ante todas estas triquiñuelas inocentes y a veces poco inofensivas de mi mente...
Y
ahora lo sé: llega un momento en que mi mente razona mis sentimientos, y
también quiere razonar el de los demás. ¿Y cómo es posible una cosa tan
imposible y absurda como razonar algo que no se puede razonar?
Simplemente comprobando....eso es todo...comprobando la capacidad que
tiene alguien para superar esas barreras que a modo de pruebas me pongo a
mi misma y a los demás cuando siento algo, lo que sea...
Yo ya compuse las mías....ahora...¿Quién tendrá la paciencia para soportarlas?
Al
fin y al cabo, a todos nos gusta saber en qué medida, o cuánto nos
aprecian los demás...aunque físicamente no se pueda medir...
Comprobar y educar mis sentimientos, porque de sentires absurdos ya está llena la vida.
Y
es que una vez me propuse no volver a sentir nada que no mereciera la
pena, que no me enseñara nada y que no me hiciera vivir. Sentir por
sentir es una ocupación inútil...y de inútilidades ya estoy completa.
Algún día me prometí que buscaría para una última vez, y para el resto de la vida.
Y ahora entiendo por qué mi mente se dispuso a crear tal disparatada estrategia...
Quizás me confundí al encontrar una vez, o dos, o tres. Quizás me confundí al pensar que era querida cuando no lo era.
Pero
cuando tienes tanto en juego...unas simples razones no causan
desasosiego, pues más vale cerciorarse ahora, que vivir en una trampa
incontrolada de sentimientos inventados y quimeras...
Porque así
al fin y al cabo podré sentir lo que quiera sentir y lo que sienta,
verdaderamente, razonadamente y con el corazón....
Tan sólo, si merece la pena sentirlo.